Quienes vencen al enemigo de adentro no tienen nada que temer del enemigo de afuera

Ogbe Iwori Ese Ifa 3

OGBE IWORI DEMUESTRA QUE UN ANIMAL MUERTO CLAMA MÁS QUE UNO VIVO

Ogbe Iwori nació hijo de un sacerdote de Ifá. De niño siempre estaba reuniendo multitudes y él se convertía inconscientemente en el jefe o cabecilla de tales reuniones. Sin tener entrenamiento formal, era capaz de ayudar a su padre en el arte y práctica de Ifá. Su pericia como joven sacerdote de Ifá fue aclamada con rapidez y pronto comprendió que él había nacido para adquirir grandeza. Cuando se hizo hombre, se estableció en el pueblo de Llu Ajoji en Oyo, estado de Nigeria. Su casa se convirtió en escena de reuniones semanales de todos los sacerdotes de la localidad. Él era el más joven del grupo. Era la época del festival anual y la conferencia decidió usar una cabra de tres años para la ceremonia. El joven sugirió que era mejor que usaran una cabra muerta porque su llanto era más alto, la sugerencia molestó a los mayores. La controversia se resolvió pidiéndole a Ogbe Iwori que viniera con su cabra muerta al festival, el resto traería sus cabras vivas.
El día del festival los Awos trajeron sus cabras vivas y le pidieron a Ogbe Iwori que mostrara su cabra muerta, para que demostrara que su llanto era más alto que el de las vivas. Ogbe Iwori ocultó el tambor y el bastón usado para golpearlo dentro de sus ropas y respondió que él mantenía su promesa de demostración. El Ojugbona (sacerdote que se arrodilla para ofrecer sacrificio a Ifá) recordó que la festividad debía comenzar con la ofrenda de un macho cabrío a Eşu, ellos se agruparon ante Eşu para hacer la ofrenda, mientras esto sucedía Ogbe Iwori comenzó a golpear el tambor, cuando regresaron los demás al santuario de Ifá, él continuaba golpeando el tambor, ante aquel sonido los Awos empezaron a bailar. Llegó el momento de ofrecer la cabra viva, esta vez le dijeron que enseñara la cabra muerta, prometió hacerlo después que las cabras vivas hubieran sido sacrificadas, mientras que duraron los sacrificios él continuó tocando el tambor al ritmo de las canciones tradicionales que cantaban los Awos, la música era tan bella que todos olvidaron la cabra muerta. Ojugbona recordó que debía enseñar la cabra muerta, en ese momento el preguntó a los otros Awos que voz sonaba más, la de las cabras vivas o la de su tambor, de común acuerdo confirmaron que su tambor sonaba más. Él contó que la piel usada para preparar el tambor que él había estado tocando había sido extraída de una cabra muerta y de esta manera él servía a Ifá.
Al final todos admitieron que él tenía la razón que una cabra muerta clama más que una viva

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