El tigre estaba ansioso por saber qué
hacer con tal de prosperar y fue a donde Ogbe Oyeku por adivinación. Se le
aconsejó que hiciera sacrificio con la carne de un mono. Incidentalmente, el
mono era el amigo íntimo del tigre. Él ideó una estrategia para tentar a su
amigo para que cayera en su trampa. Él provocó que se anunciara públicamente
que él, el tigre, estaba muerto. Su esposa e hijos asumieron una postura de
luto. Mientras tanto todos los miembros de la familia del animal empezaron a
hacerle visitas de condolencias a la casa donde yacía acostado ofreciéndole sus
últimos honores. El mono estaba entre los últimos que le ofrecían honores; sin
embargo el mono vaciló antes de ir porque tuvo el presentimiento de que su
suerte se iba a volver agria. Sin embargo, cuando se le recordó de su
obligación moral de apiadarse de la familia de su amigo, él decidió visitar la
casa del tigre. Al llegar a la casa del tigre, la tigresa lo condujo a donde
yacía su esposo. Como él estaba lleno de recelo respecto a la veracidad de la
muerte del tigre, decidió por instinto no acercarse demasiado al cadáver. Por
lo tanto se paró en la puerta y comenzó a cantar una canción imaginando qué le
sucedería si lo capturaran. Él imaginaba de qué manera asaría su cadáver, su
apresador para comérselo. Mientras el mono cantaba, el tigre saltó fuera de su
lecho de muerte para atacarlo y el mono pudo escapar hacia el bosque
desapareciendo en la copa de un árbol. Después del fracaso de su estrategia
inicial se le aconsejó al tigre que sirviera a Ogún por causa de su expedición
de caza.
Cuando este Odu se manifiesta en
adivinación se le debe aconsejar a la persona que sirva a Ogún y que realice todos
los quehaceres importantes en los días de mercado.
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