EL CABALLO.

Un buen día Osalo Fobeyo tuvo que ir a la tierra Arara, sacó su caballo del potrero y lo amarró a una mata que estaba cerca de una laguna y había pasto a su alrededor y así lo dejó, Osalo Fobeyo fue para el campo Arara y el caballo como estaba amarrado fue dando vueltas a la mata y se fue apretando. Tantas fueron las vueltas que el caballo dio alrededor de aquella mata que llegó un momento que no podía moverse y apenas respirar, y como él no tenía inteligencia llegó el momento que se estranguló y se ahogó. Las tiñosas comenzaron a rondar el lugar denunciando así la muerte del caballo y así la gente de aquel pueblo vio que este hombre no supo cuidar lo suyo por abandono y desobediente.
Cuando el hombre llegó a donde estaba su caballo vio todo cuanto había perdido que era lo que más apreciaba por no haber oído consejos.
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