EL ÁRBOL SAGRADO.
En una fértil llanura, al lado del oriente, Olodumare plantó un huerto universalmente conocido como el jardín de ewe Osanyin y en él puso a Obatalá para que lo cuidara. Olodumare hizo nacer todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer, también plantó el árbol de la vida en medio del huerto y el árbol de la ciencia del bien y el mal y salía de allí un río para regar el huerto y de allí se bifurcaba en cuatro brazos. El primero era el pizón, éste es el que rodea toda la tierra de Abila donde hay oro bueno bedelio y onige. El segundo río es el guión que rodea a la tierra de gus, el tercero es el idekel que va al oriente de asiria y el cuarto es el Eufrates.
El puso a Olofin a gobernar la tierra y éste le dijo: hombre, para alimentarte comerás de todo árbol que aquí hay excepto del árbol de las ciencias de bien y el mal ya que el día que de él comieras te morirás. Pasado algún tiempo, Olodumare pensó, no es bueno que el hombre esté solo sobre la tierra ya que debe tener una compañía para que de nombre a todo lo que hay sobre la tierra, las plantas, los animales, las bestias y todas las aves del cielo y entonces Olofin por mandato de Olodumare hizo caer en un profundo sueño al hombre (Obatalá) y de una de sus costillas formó a una mujer.
Entonces Obatalá dijo: esto debe llamarse Varonatala ya que del varón fue tomado y por tanto en el futuro dejara el hombre a su padre y madre y se unirá para vivir con la mujer y serán una sola carne. Resulta que Obatalá y su obinrin estaban desnudos y no se avergonzaban y sucedió que un día llegó la serpiente hasta donde estaba la obinrin y le dijo, para que ustedes nunca mueran tienen que comer del árbol de la vida eterna el cual Olofin había prohibido. La mujer tentada fue hasta el árbol picada por la curiosidad y tomó una de aquellas frutas y comió de ella y le dio de comer a su okuni y enseguida a ambos se le abrieron los ojos y se avergonzaron ya que estaban desnudos y tomando hojas de higueretas se cubrieron con taparrabos.
Cuando se apareció por allí Obatalá, ambos se ocultaron entre los ramajes del bosque, lejos de la vista de éste, pero entonces el hombre fue llamado y se presentó y cuando le preguntaron dónde estaba respondió que estaba en el huerto y que tuvo miedo ya que estaba desnudo y por eso se escondió. Enseguida Obatalá le preguntó: quién te enseñó a decir que tú estabas desnudo?, el hombre le respondió que la obinrin, entonces Obatalá le dijo: has comido del árbol que se te ordenó que no debías comer; entonces Obatalá fue condenado por Olofin cargando las culpas y Olofin les dijo: higo y espinas recogerás, tendrás que trabajar y serás mortal y le dijo a la mujer: por haber oído los consejos de la serpiente que te convidó a comer de los frutos prohibidos parirás con dolor y vivirás en la incesante lucha con el hombre y después permanecerás bajo su imperio y dominio. To Iban Eşu.
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