EL REINO DE YEMONJA.
Yemonjá era reina de una tierra en la cual no se conocía ni la enfermedad ni la muerte. Ella tenía una hermana llamada Oşún que vivía muy distante de allí y hacía mucho tiempo que Yemonjá no tenía noticias de ella. Un día Oşún se le apareció pidiéndole ayuda pues ésta estaba enferma de los pulmones y muy pobre. Yemonjá le dio albergue y después de hacerle lo que Ifá le mandó, logró curarle la enfermedad.
Al poco tiempo Yemonjá tenía que visitar una tierra muy distante y le dijo a Oşún que debía ausentarse algún tiempo de su reino y que había decidido dejarle al frente de éste hasta su regreso. Le comunicó que en aquel palacio había una fuente cuyas aguas contenían el secreto de la vida de la cual tomaban todos sus súbditos, por lo que ellos estaban autorizados a hacer uso del agua y por eso aquellas personas no conocían ni la enfermedad ni la muerte. A los pocos días Oşún comenzó a dar fiestas en el palacio, las que se convirtieron en suntuosos bacanales, además les prohibió a los súbditos seguir usando el agua de la fuente, para que estos no se enteraran de las orgías y pecados.
La gente del pueblo comenzó a enfermarse y a morirse. Un día llegó Şangó y pasó por allí y al ver ese desastre e indagar lo que pasaba, se fue a buscar a Yemonjá y le contó todo lo que estaba sucediendo en su ausencia. Yemonjá emprendió de inmediato el regreso y al entrar en su reino se encontró a sus súbditos congregados que enterados de su regreso habían salido a su encuentro. Yemonjá entonces se puso a bailar el zapateo y a cantar:
Ibobefe Eyi Boreo Aglona Mirawa Ibobefe Eyi Boreo Aglona Mirawa
Y así cantando y bailando llegó a su palacio seguida por su pueblo. Después de reprocharle a Oşún su actitud desleal y viciosa la expulsó del reino.
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