Quienes vencen al enemigo de adentro no tienen nada que temer del enemigo de afuera

Obara Meji Ese Ifa 2


EL DURO PASO DE LA PROSPERIDAD EN EL MUNDO

Cuando el rey de la muerte escuchó que un Awó iba a partir hacia la tierra en compañía de riqueza y prosperidad, decidió detener a quien quiera que fuera sin saber exactamente quien era, decidió poner a todos los Awos del cielo a prueba bajo pena de muerte. Él estaba acompañado por catorce consejeros.
Entre tanto el rey de la muerte se puso la ropa de su esposa (la enfermedad ya que esta es su esposa), y se puso tan enfermo que su cuerpo comenzó a emitir un olor muy ofensivo, también preparó una serie de nueces de kola, las cuales en realidad eran huevos y barrilillos de vino que contenían orine de oveja para brindarle a sus invitados. Entonces invitó a los Awos celestiales para que uno tras otro viniera lo curara. Le dio a cada uno siete días para que lo hiciera, si no podía regresar a su casa. Tan pronto como los Awoses iban llegando, la muerte les daba la nuez de kola para que la partieran como un testimonio de su pobreza. La mayor parte de ellos falló la prueba de partir la nuez de kola por lo que fueron de inmediato encadenados. Los pocos que pasaron la prueba de la nuez de kola revelaron lo que realmente era, un huevo, no pudieron sobrevivir la prueba de curarlo ya que mientras más trataban de administrarle medicina al rey de la muerte, más indispuesto lucía. Ya tenia a varios Awoses celestiales en su celda, cuando le llegó el turno a Obara Meji.
Obara Meji recibió la invitación del rey de la muerte él (también conocido como Jeemnfi Di Hee o déjeme sentarme tranquilo e inofensivamente, como se le llamaba en el cielo) decidió consultar con su Ifá quien le aconsejó que ofreciera un macho cabrío a Eşu y un chivo a su ángel guardián. Rápidamente él hizo los sacrificios. Cuando salió hacia la casa de la muerte, llevaba puesto un collar mágico (ude) el cual era su principal instrumento de autoridad (aşe), también se le había dicho que le diera una escalera a su ángel guardián y otra a Eşu, lo cual hizo.
Cuando llegó a la casa de la muerte, tocó a la puerta pero antes que le abrieran se le pidió que revelara el número de personas que había en la habitación y lo que estaban haciendo en ese momento. Rápidamente miró en la bola de cristal de su collar y reveló que habia 14 personas en la habitación y que cada una sostenía una copa de vino de la cual bebía.
Con esto se le autorizó a que entrara teniendo su espalda pegada a la puerta. La puerta entonces se abrió y él entró.
Eventualmante el rey de la muerte apareció con aspecto de hallarse gravemente enfermo. Tan pronto como tomó asiento, la muerte ordenó que se le diera nuez de kola y vino. Cuando la nuez de kola fue servida, Jeemfi Di Hee le dijo a los otros que las nueces de kola habían llegado y que ellos las debían partir.
Utilizando un encantamiento especial en el cual los invocó por sus nombres celestiales, él conjuró a la nuez de kola y al vino para que en realidad fueran vino y nuez de kola tal y como Dios lo había creado, se mantuviera como tales, de otro modo debían ante sus ojos tomar sus indentidades reales y verdaderas. Al instante, todas las pociones venenosas contenidas en el vino ascendieron a la superficie, mientras que el orine de oveja se mantuvo en el fondo, al mismo tiempo las nueces de kola se convirtieron en huevos. Él entonces protestó ante el rey de la muerte por recibir un trató tan poco hospitalario.
La muerte se disculpó y lo apaciguó trayéndole nueces de kola y vino de verdad. La muerte, sin embargo, le pidió que a pesar de su disgusto inicial le ayudara a curarlo de su mal. Él le contestó diciendo que primero tenía que comer y beber ya que estaba hambriento producto de su largo viaje.
Mientras que a Obara Meji se le servía la comida, Eşu se transfiguró en un niño afectado de frambesia y se paró en la puerta. Antes de comenzar a comer, sacó su instrumento de adivinación, el okpele, y apareció su propio Ifá. Esto lo hizo pensar en si la comida era o no saludable. Entonces invitó al niño con frambesía a que comiera de la comida. El niño se tragó todo incluyendo el recipiente. En pago, el niño le dijo a Obara Meji que dispusiera de la olla de barro que era en realidad el recipiente con el cual se trataba normalmente su frambesía. Cuando salió a botar la olla, el niño le aconsejó que accediera a curar al rey de la muerte.
Después que regresó a la habitación del rey de la muerte, accedió a hacer lo posible para curarlo. También aceptó el hecho de que no regresaría a su casa si no lograba cumplir la tarea en un plazo de siete días. Por su parte, Obara Meji planteó que como no había débito sin crédito, él deseaba saber cual era el premio que le aguardaba si lograba curar al siempre joven rey de la muerte de su mal por lo que éste le premiaría entregándole la mitad de sus posesiones celestiales si lo alcanzaba.
Por la misma razón en niño aquejado de frambesía también le preguntó a Obara Meji que le daría si lograba ayudarlo, Obara Meji prometió darle la mitad de lo que obtuviera como premio.
El rey de la muerte tenía el hábito de quitarse su vestido de enfermedad cuando se iba a acostar y ponérselo nuevamente a primera hora de la mañana. Esa misma noche cuando fue a la cama. Eşu utilizó la escalera con la cual Obara Meji hizo sacrificio para subir a la habitación de la muerte. Mientras hacia esto conjuro a la muerte para que durmiera profundamente. Tan pronto como la muerte se durmió, Eşu como niño aquejado de frambesia, llevó a Obara Meji para que subiera por la escalera y viera cuan sano y saludable lucía el viejo y particularmente cuan suave se hallaba su cuerpo sin el vestido de la enfermedad.
Al día siguiente, la muerte invitó a Obara Meji para que comenzara a trabajar a fin de curarlo. Obara Meji recolectó todas las hojas disponibles y les adicionó iyerosun, su polvo de adivinación, y las preparó para que la muerte se bañara con ellas durante 7 días. Sin embargo la muerte no se bañó con los preparados. Mientras tanto, Obara Meji le estaba dando al niño la mayor parte de la comida que él estaba recibiendo.
Al sexto día, el rey de la muerte le dijo a Obara Meji que él no estaba mejorando y que al contrario, se había pasado noches sin dormir. Esa noche, Eşu nuevamente conjuró a la muerte para que durmiera profundamente y catapultó a Obara Meji y al niño mediante la escalera invisible hasta la habitación de la muerte. Cuando llegaron al local, el niño le dijo a Obara Meji que cogiera la olla donde se hallaba el vestido de enfermedad de la muerte. Una vez afuera, Eşu conjuró el camino hacia el río para que en el mismo no hubieran seres vivientes, ya que está prohibido que ninguna persona vea esa olla. Después de esto, ellos procedieron a llevar la olla al río y allí la lanzaron. Al regreso, ambos se acostaron a dormir. Poco después amaneció y ya era el día señalado. Tan pronto como aclaró se reunió un grupo de visitantes celestiales con el fin de presenciar la suerte de Obara Meji. Entre tanto, la muerte tomó su baño y buscó la olla que contenía su vestido de enfermedad, pero no lo pudo hallar. Al no poderlo encontrar, la muerte decidió encerrarse en la habitación. Después de esperar en vano a que el rey de la muerte saliera del local, Obara Meji lo mandó a buscar porque estaba ansioso por saber cual  iba a ser su suerte. Después que tocó varias veces en la puerta de la habitación de la muerte, el viejo se vistió y salió. Se sentó en su trono con su cuerpo brillando radiante y transparente con aspecto sano y saludable. Obara Meji entonces le pidió a la muerte que anunciará el resultado de sus esfuerzos y éste confirmó que su tratamiento le había dado una patente de sanidad.
La muerte entonces entró y sacó todos los tesoros dobles para entregárselos a Obara Meji. El niño le aconsejó a Obara Meji que gritara debido a que el rey de la muerte había cumplido su palabra. De acuerdo con esto Obara Meji gritó y su alarido fue amplificado y repetido por Eşu y el sonido hizo que los cimientos del cielo se estremecieran. El incidente hizo temblar al rey de la muerte quien penetró en la habitación para meter la mitad de todas sus pertenencias en un barril de nueces de kola que posteriormente puso afuera. Antes de salir, el niño le había aconsejado a Obara Meji que aceptara del rey de la muerte solamente un barril de nueces de kola.
Eventualmente, la muerte salió con dos recipientes una caja de bronce conteniendo desperdicios y un barril de nueces de kola y le pidió a Obara Meji que escogiera uno de los dos. De acuerdo con lo que le había aconsejado el niño aquejado de frambesia, Obara Meji escogió el barril de nueces de kola y partió hacia la casa. Mientras tanto, Eşu se había transformado en un viejo y se hallaba en el camino esperando por Obara Meji. Éste, por su parte, buscó al niño y al no poderlo hallar le dejó algunos de los regalos con su propio ángel guardián y contínuo su viaje. Antes de llegar a su casa, se encontró con un viejo en una choza que no estaba ahí cuando él se dirigió a cumplir con su misión. El viejo le dijo a Obara Meji que le mostrara el premio que había obtenido producto de su viaje. En ese momento comenzó a preguntarse si no era Eşu quien nuevamente estaba jugando. Para salir de dudas sacó su aşe y conjuró al viejo para que se transformara en su verdadero ser. El viejo al instante se tranformó primero en el niño aquejado de frambesia y después en Eşu en todo su explendor. Entonces Obara Meji le dio las gracias por toda la ayuda que le había prestado durante su imposible misión. Sacó el barril de nueces de kola y le dijo que tomara cualquier cantidad que deseara del mismo. En respuesta, Eşu le pidió que lo llevara a donde quiera que él fuera y que le diera una parte de cualquier cosa que él comiera tal y como lo había hecho durante su viaje.
Al llegar a su hogar, Obara Meji le dio otro macho cabrío a Eşu y un chivo a su ángel guardián. Entonces invitó a sus amigos a una comida de agradecimiento, Siendo el único Awó que pudo frustar las malvadas maquinaciones del rey de la muerte. Por esta razón, cuando Obara Meji sale en adivinación para una persona a quien la muerte le está tocando a la puerta, a la misma se le deberá aconsejar que haga el mismo sacrificio que hizo Obara Meji antes de que la muerte lo pusiera a prueba. En ese momento Obara Meji decidió que había llegado la hora de partir hacia la tierra. Antes de abandonar el cielo mandó a buscar a sus sacerdotes de Ifá para que hicieran adivinación para él. Los Awos se llamaban:
·                     Wosemi kpelembe kpelembe
·                     Cromi mimi mimi
·                     Lake ori udi koko ni kpa eron
·                     Lembe lembe aabe be
·                     Ouni mo ju oloja titu rin rin rin
Se le dijo que para poder llevar la prosperidad al mundo había que hacer sacrifcio con un chivo a su Ifá, agregándole un barril de nueces de kola y que le diera un macho cabrío a Eşu.
Él hizo el sacrificio y partió hacia la tierra. Nació de un padre que solamente tenía la mano izquierda, mientras que la madre era ciega de un ojo. A pesar de sus deficiencias físicas, ellos tenían muchos enemigos. Fue Obara Meji quien introdujo los sueños en el mundo ya que cuando se hallaba en el útero siempre le estaba revelando peligros inminentes a sus padres. Cuando aún se hallaba en el útero, los ancianos de la noche vieron que iba a nacer un niño el cual traería prosperidad a la tierra y tomaron la determinación de que no naciera vivo.
Una noche, le dijo a su padre en un sueño que preparara una medicina en un jabón que tuviera un precio de 35 centavos para bañarse con él, con el fin de protegerse del ataque de los ancianos de la noche. En el sueño le dijo al padre que cuando recolectara las hojas las debía dejar toda la noche en el lugar sagrado de Eşu. A la mañana siguiente debía molerlas y machacarlas con jabón para bañarse ambos.
Eventualmente Obara Meji nació sin dificultades y ellos no tuvieron más problemas con los ancianos de la noche. Cuando nació los padres fueron a un sacerdote de Ifá en busca de adivinación por el día de su nacimiento. El Awo se llamaba

            afenju omo
            omo are kii kom fene fene
            kpobi gbite gbite ya alumen
            ite onaye magba
            nio ni gbe ite orun

Obara Meji fue el único hijo que tuvieron sus padres. Rápidamente creció para convertirse en un pillo. Siempre estaba diciendo cosas que no tenían sentido de lo todos los Awos mayores de Ifá y éstos no estaban contentos con él. A una edad muy temprana acudía a las reuniones de los mayores donde con frecuencia se convertía en el centro de la atención. Había una reunión de Awos mayores que se celebraba cada 17 días en el palacio del rey de Ifa. El juego de ayo frecuentemente se jugaba después de la reunión, aunque éste muchas veces terminaba con la muerte de uno de los hijos del rey. En la primera reunión a la que asistió, Obara Meji bebió mucho y después de emborracharse se vanaglorió de que en la próxima reunión a que asistiera revelaría los nombres de los responsables de las muertes periódicas de los hijos del rey. Había un alto jefe llamado oshin quien de manera clandestina estaba realizando todas las atrocidades. Después de la proclamación del joven Obara Meji, la reunión se dispersó con el acuerdo tácito de que si no cumplía su promesa sería ejecutado.
Convencido de que Obara Meji no podía revelar sus nombres, los conspiradores fraguaron un plan para matarlo. Se sentaron en el camino de los arbustos a conspirar, mientras la madre de Obara Meji a quien ellos no conocían, regresaba de la granja y oyó a los hombres organizando el nefasto plan en contra de su hijo. Después de oir los detalles, corrió a la casa a consultar a sus sacerdotes de Ifá (anteriormente  mencionados) acerca de cómo salvar la vida de su único hijo.
A la madre se le aconsejó que preparara tres ñames machacados y tres ollas de sopa y que lo llevara todo a la orilla del río. Ella debía ponerse una cuenta en la cintura cuando fuera al río y en éste debía bañarse. Mientras se estuviera bañando descubriría lo que tenía que hacer para salvar la vida de su hijo.
Fue para su casa e hizo como se le dijo. Al llegar al río depositó el ñame machacado y la sopa en la rivera y se internó en el agua para bañarse. Mientras se bañaba, un hombre llamado okpolo llego al lugar y la saludó. El hombre rápidamente se baño en el río y salió apurado. Cuando la mujer le preguntó a que se debía su prisa, el hombre le respondió que se estaba preparando para asistir a la reunión del día en el palacio del rey. Ella lo invitó a que comiera de la comida que había dejado a la orilla del río antes de que él se fuera.
Como en las largas reuniones que se celebraban en el palacio del rey no se servía comida de manera general (lo cual explica por qué a los hijos del rey los estaban matando) okpolo se alegró mucho antes de partir hacia la reunión. Mientras comía, el hombre señalo que ese día iba a tener lugar un acontecimiento importante en la conferencia del rey ya que iban a matar a locuaz e insolente Obara Meji, pues él no iba a saber que sección de los jugadores de ayo era responsable de las muertes de los hijos del rey, tal y como había proclamado.
Terminó revelándole a la mujer que el okpolo, era de hecho uno de los conspiradores debido a que el rey era tan mezquino que nunca servía comida o merienda alguna en las largas reuniones.
El otro hombre que paso por allí  fue obuko, quien se comportó casi de la misma manera. Después de comer del ñame machacado le contó a la mujer los detalles de su misión para ese día, agregando que él era uno de los que estaba matando a los hijos de rey,  debido a su mezquindad. También reveló que por ser él uno de los conspiradores, se hallaba entre los que iban a matar al parlanchín y alardoso Obara Meji en la conferencia debido a que él nunca sabría sus nombres. Entonces se le presentó a la mujer como obuko omo lubebere tube y dijo que los otros eran: agbo omujojoguole y okpolo - ami sosu run.
Terminó confirmando que ellos eran los tres confabulados que estaban matando a los hijos del olofen después de jugar el juego de ayo. Además reveló que Obara Meji alardosamente había prometido revelar el nombre de oşin como único conspirador, mientras que este de hecho no iba a ocupar su asiento en la conferencia ese día. Dijo además que el hijo mayor de oşin llamado aremo, iba a ocupar el lugar de su  padre en al reunión mientras que su padre se le sentaría al lado. Finalmente informó que se iba a preparar un asiento especial para Obara Meji, bajo el cual había un hoyo cubierto con una estera. El indiscreto obuko continuó diciendo incluso que la única forma por la cual Obara Meji podía evitar la suerte que le aguardaba era viniendo con un perro, un bulto de eko y akara. Si tiraba eko y akara en la estera debajo de la silla para el reservada, su perro iría a buscarlos. La mujer enfatizó que sería un buen libramiento si Obara Meji se moría ya que el pueblo se convertiría en un lugar más pacífico. Con esto, obuko partió hacia el palacio del rey.
Agbo fue el último en llegar al río. El también llevó a cabo el ritual de la revelación después de comer del ñame machacado y confirmó lo que okpolo y obuko habían revelado antes que él. También confesó por qué y cómo ellos se proponían matar a Obara Meji. Después de comerse su parte del ñame machacado, agbo partió hacia la conferencia.
Poco después, la madre de Obara Meji salió hacia su casa para informar a su esposo e hijo acerca de lo que había sucedido en el río. Rápidamente detalló la secuencia de los acontecimientos diciéndole a Obara Meji lo que tenía que hacer. El debía ir con su perro llamado boghoye aje Ejobi. Le aconsejó que tirara eko y a kara debajo del asiento preparado para él y que llamara al perro para que los recogiera. Si el perro caía en el hoyo, él debía ponerse de pie y preguntar por aquella persona que se llamaba obuko. Tan pronto como ésta se identificara, Obara Meji debía ordenar que fuera ofrecida en sacrificio a Eşu.
Después debía preguntar por aquella persona llamada agbo y si la misma se identificaba, debía ordenar que fuera ofrecida como sacrificio al lugar sagrado público de los antepasados del pueblo. Finalmente debía preguntar por la persona llamada okpolo y tan pronto como se identificara, él debía ordenar que una flecha fuera enterrada a través de su boca y ano, ofreciéndolo después como sacrificio a la divinidad del suelo (oriolo).
Cuando se le preguntara la razón por la cual los tres hombres debían ser ejecutados, él debía revelar que ellos habían sido los conspiradores responsables de la muerte de los hijos del olofen, después de haber jugado el juego de ayo con ellos. Pasado ese episodio debía ordenar que el hombre del trono se bajara del mismo debido a que era un impostor y que debía darle paso a su padre oşin, quien en ese momento estaría fumando una larga pipa llamada ekitibe por el costado del salón.
Cuando Obara Meji salió para la conferencia llevaba puesto el traje de su padre llamado gbariyee y su gorro llamado labagaden. Fue con su perro llamado boghoye atoju ma oko. Al llegar a la entrada principal del exterior del salón de reuniones del pueblo, los espectadores comenzaron a cantar en alabanza con gritos de Obara Meji afenju omo.
Al entrar en el salón, rápidamente fue llevado a que ocupara la silla que le estaba reservada. En este momento, se mantuvo quieto, sacó su bolso de eko y akara y los tiró bajo el asiento marcado para él, instruyendo a su perro para que los cogiera. El perro fue derecho a buscarlos, pero cayó a través de la estera en el profundo hoyo cuyo fondo estaba cubierto de garfios y pinchos.
Invirtiendo el orden en el cual debía cumplir las tareas ese día, comenzó por ordenar que el hombre que se hallaba sentado en el trono debía retirarse de inmediato para darle paso al jefe oşin, su padre. El hombre en el trono rápidamente se levantó y su padre se movió para ocupar el asiento. Entonces llamó al hombre llamado obuko y le ordenó que se levantara y se identificara. También llamó a okpolo y a agbo para que se levantaran y se identificaran. Todos hicieron como se le dijo. Obara Meji instruyó que obuko fuera sacrificado a esu, agbo al lugar sagrado público de los antepasados y okpolo a la madre tierra (oriolo).
Cuando oşin le preguntó a Obara Meji por el delito cometido por los tres hombres, éste le recordó la promesa que se había hecho en la reunión anterior de descubrir a los conspiradores responsables de la muerte de los hijos de Olofen después que jugaran al juego de ayo con él. Confirmó que los tres hombres eran los culpables. Después de esto, los tres hombres fueron utilizados para sacrificio. Los culpables eran en realidad el macho cabrío, el carnero y la rana.
Todos los presentes entonces se alzaron y aplaudieron de manera ensordecedora, ovacionaron a Obara Meji. Fue cargado en hombros y fue llevado afuera en procesión abierta. Los padres de Obara Meji antes de que ésta saliera de la casa habían jurado suicidarse si su único hijo perdía la vida en el encuentro. Tan pronto como el padre escuchó los gritos, concluyó que su hijo estaba muerto y se quitó la vida. Cuando la madre lo vió que lo llevaban en hombros en una procesión triunfal sacó la cabeza del dogal de soga que había colgado preparada para suicidarse. Entonces utilizó la soga (oja u oza) para darle las gracias a su propia madre. Esta es la soga que la gente utiliza para amarrar el lugar sagrado de sus madres fallecidas en lugares de la tierra Yoruba y Beni hasta este día.
Es por esto que se dice que fue la madre de Obara Meji la que lo salvó de las frías manos de la muerte.
Cuando Obara Meji sale en Ugbodu durante la ceremonia de iniciación de Ifá, a la persona se le deberá decir que si su padre está aún vivo, el fin de éste está cerca. A la persona se le deberá decir que tiene prohibido terminantemente beber vino. También deberá evitar compartir una herencia de una persona fallecida. Tres días después que le salga en Ugbodu, él debera preparar el lugar sagrado de Eşu su Ifá. Después de esto deberá comprar una guinea para su madre, si está viva, para servir la cabeza de ella por él. Si ella está muerta, deberá utilizarla para servir el lugar sagrado de su madre o en el dedo gordo de su pie izquierdo. También deberá servir su propia cabeza con dos guineas. Después deberá preparar lugares sagrados para las divinidades de Ogun y Eziza para él.
Si Obara Meji sale en la adivinacion de ikin, a la persona se le deberá aconsejar que sirva su cabeza rápidamente con una paloma o un ave. Si sale para una mujer embarazada a ella se le puede decir con toda certidumbre que tendrá jimaguas.
Cuando Obara Meji sale en adivinación de Okpele, a la persona se le deberá decir que sirva a Ogun y Eziza con un gallo a cada uno. Se le deberá aconsejar que no entre en ninguna contribución económica (esusu) con nadie. También deberá cuidarse permanentemente de unirse a ningún club o grupo, no sea que una muerte a destiempo se desprenda de ahí.

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