LA PROSPERIDAD ENGENDRA ENEMISTAD
Después de sobrevivir a la conspiración de los sacerdotes, él pensó que sus problemas habían terminado. No imaginaba que le esperaba otra batalla, esta vez de parte de sus familiares, a los cuales no les agradó verlo sobresaliendo por encima de ellos en fama y realización. Él perdió el contacto con sus adivinos, olvidando que el sendero de prosperidad está delineado de interminables garfios y espinas desde el principio al fin. Sus adivinos provenían del cielo, lo cual el desconocía y decidieron regresar después de perder el contacto con él durante mucho tiempo. Al tiempo él se enfermó y murió prematuramente antes de completarse su tiempo, dejando a su hijo mayor Ariku para que quedara a cargo de su familia.
Esa es la razón por la cual se dice que si el hijo de Ogbe Etura no se esfuerza por superar el riesgo que implica la complacencia o la euforia, no es probable que él pueda vivir hasta la vejez.
A su hijo Ariku se le había aconsejado que no se comprometiera a hacer trabajos mutuos o contribuciones con nadie. Los sacerdotes llegaron a un acuerdo en una de sus reuniones que consistía en asistir o ayudarse uno a otro por medio de un esfuerzo mutuo de cooperación (Abo en Yoruba o Uşe en Beni) en sus pretensiones socio económicas.
Ellos se pusieron de acuerdo en empezar ayudando al hijo de Ogún a pintar con brocha y restregar su nueva finca durante la temporada de limpia de maleza y arbustos. Mientras realizaban el ejercicio, mataron 201 ratas y como todo lo que ellos realizaran durante su trabajo conjunto debía ser enviado al anfitrión, todas las ratas fueron entregadas al hijo de Ogún.
Después de pasar otro nueve días, le llegó el turno de Olokun, hijo de la deidad del agua, de disfrutar del beneficio de la asistencia mutua de los demás. Después de poner en orden su granja, el grupo capturó 201 peces, los que por costumbre, fueron también entregados al anfitrión. Cuando le llegó el turno a Ariku, ya no había finca para limpiar o despejar. Él le dijo al grupo de ayuda que limpiaran la maleza y toda la hierba mala que rodeaba a la casa de su padre y que llevaran a cabo todas las reparaciones necesarias.
Mientras los hijos de las demás divinidades trabajaban en los alrededores de su casa, él se retiró a su propio hogar para preparar comida para ellos. Antes que él regresara a reunirse con ellos, ya habían limpiado el foso que estaba en la parte trasera de la casa de su padre y donde incidentalmente, su padre había enterrado todos sus tesoros, lo cual desconocían todos. Esto era: abalorios, oro, bronce, ornamentos de latón, colmillos de elefantes, dinero, etc. Cuando ellos excavaron el tesoro se lo dividieron, en lugar de enviarlo o restituorlo al anfitrión. Ellos hicieron esto porque dedujeron que entregar los hallazgos a Ariku le harían a él mucho más rico que todos ellos. Después de compartir los tesoros se dispersaron.
Cuando él regresó después con comida para que ellos comieran, ya todos ellos se habían ido. Él nunca se hubiera enterado de lo que aconteció, a no ser porque Eşu le reveló cómo los hijos de otras divinidades encontraron y robaron todos los tesoros que su padre había enterrado bajo tierra. Después de la revelación dad por Eşu, él regresó a casa e invitó a los siguientes Awos para que adivinaran para él:
Alara Le Ekpo – Egboun Ekpo Wi – Agbadibo Ugboun – Agbadigbo Wi
Que significa: aceite rojo se introdujo en los frijoles, pero se quedaron blancos por dentro. El potaje fue consumido por la marmita negra pero conservó su color blanco.
Después de la adivinación, ellos le dijeron que hiciera sacrificio para que pudiera recuperar sus tesoros. Le dijeron que ofreciera un chivo a Eşu y que hiciera sacrificio con un gallo, paloma, palo, piedra areniza, arena de río, arena de exterior, manojo de cenizas, 31 cowries, colador de malla, barrote blanco y negro, así como los cráneos de ciervo y cabra de nigbe.
Él juntó todos los materiales y se hicieron preparados medicinales después de añadir las hojas apropiadas. Después de preparar el sacrificio, los sacerdotes de Ifá lo pusieron sobre el colador de malla y lo llevaron al santuario de Eşu con el chivo.
Con el encantamiento especial usado para invocar a Eşu para que entrara en batalla, Ariku y los sacerdotes de Ifá sirvieron a Eşu con el macho cabrío. Mientras el sacrificio se realizaba, Eşu se dirigió a la casa de Ogún para advertirle que Ariku estaba repitiendo un encantamiento para matarlo en el santuario de Eşu a menos que él le devolviera rápidamente su parte de los tesoros robados. Él le recordó a Ogún que la pena que estaba establecida en caso de robo era la muerte. Con su telepatía metafísica, él alcanzó a oír lo que estaba diciendo los sacerdotes de Ifá en el santuario de Eşu en la casa de Ariku, Ogún se asustó. Rápidamente él recogió su parte de los tesoros añadiéndole algunos más y corrió a casa de Orunmila a entregárselos. Luego le imploró que lo perdonara.
Después Eşu fue a Olokun y a cada una de las demás deidades restantes que se habían beneficiados con los tesoros saqueados de las propiedades de Orunmila. Todos ellos se encontraron con Ariku que estaba aún repitiendo el encantamiento en el santuario de Eşu. Está prohibido escribir ese encantamiento especial en modo alguno. Sin embargo, así fue como Ariku recuperó todos los tesoros que le habían robado a su padre.
Esa es la razón por la cual se le prohibe al hijo de Ogbe Etura que se involucre en trabajos de asistencia mutua o contribución económica con nadie (Esusu).
En la adivinación ordinaria se le dirá a la persona que a él o ella le han robado algunos de sus artículos más valiosos. Él debe obtener la ayuda de un sacerdote de Ifá hábil para que haga sacrificio usando el encantamiento especial destinado a Eşu y que los ladrones le devolverán lo que le habían robado. Él debe abstenerse de realizar trabajos de asistencia mutua o de contribución económica por un mínimo de tres meses de duración. Pero si Ogbe Etura es su Odu patrón, él debe abstenerse de llevar a cabo todo tipo de trabajo de asistencia recíproca o contribución económica por el resto de su vida.
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