LA OFRENDA DE LA ELEGUEDE.

Temprano en la madrugada ya todos se habían marchado, excepto Eşu que se deslizó dentro de la casa sin que nada lo viera, Obatalá estaba profundamente dormido, Eşu tomó la calabaza que Obatalá no quiso ofrendar y la fijó en su espalda, cubriéndola con un paño blanco. Cuando Obatalá se despertó se encontró que tenía una enorme joroba en la espalda y todos se preguntaban cómo había sobrevenido esta deformidad y después de marearlo con su curiosidad se marchaban y en lo adelante rehusaban encontrarse con él. Por fin Eşu vino a ver a Obatalá y le dijo tú rehusaste ofrendar una calabaza por lo tanto siempre serás jorobado, tu rehusaste ofrendar sal por lo que jamás la comerás. Por eso hay jorobados y los ofrecimientos de Obatalá no llevan sal.
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