Quienes vencen al enemigo de adentro no tienen nada que temer del enemigo de afuera

Ofun Eguntan Ese Ifa 2


LOS DIEZ CENTAVOS.

Barakayi y Eyigey eran dos amigos, que siempre andaban juntos, en la risa y en el llanto o sea en las fiestas y en los momentos duros que el hombre tiene en la vida. Barakayi era un hombre práctico, un poco recto en sus asuntos, jamás se inmiscuía en los asuntos ajenos y la envidia y el orgullo, pero él era  todo lo contrario a su amigo, un hombre malhumorado, pendenciero y egoísta, inconforme e inmodesto.
Un día hablaban estos amigos, de la mala suerte que venía atravesando y parece cosa del destino que los dos hombres no tenían más que diez centavos cada uno en sus  respectivos bolsillos y fue entonces que Barakayi le dijo a su amigo Eyigey que iba a verse con Orunmila, para hacerse osode, para ver si cambiaba su suerte y éste le contestó: ve tu a gastar tu dinero en esas cosas, que yo el mío lo voy a gastar en algo  para comer. Barakayi llegó a casa de Orunmila, el cual le hizo osode y le vio este Ifá y le  dijo: tienes que hacer ebo y después que lo hagas te tienes que ir sin rumbo fijo y a  donde tú llegues harás tu felicidad.
Orunmila le hizo ebo y sabiendo lo pobre que este era, Orunmila le devolvió el dinero que había cobrado diciéndole, toma esto para que tengas algo para el viaje. Barakayi salió y Orunmila lo bendijo:
Oma Ire Omo Ki Olodumare, Ageo Ki Bokuo Osa Ageo.
Él anduvo todo el día y parte de la noche, donde llegó a un lugar muy pintoresco ya que por ambos lados había agua, de un lado un río y del otro lado el mar y como Barakayi estaba cansado y sediento, cosió su sombrero para coger agua para beber y al agacharse se le cayó la pieza de dinero que Orunmila le había devuelto, cuando terminó de tomarse el agua le dio las gracias a Olofin y a los Orişas por haber podido llegar a aquel lugar tan divino para poder beber un poco de agua y poder descansar.
En aquel lugar se durmió encima de los arrecifes y soñó que le tiraban de los pies y que cuando lo tiraban al mar, e infinidad de molestias que continuamente perturbaban su sueño. Al romper el alba se despertó y estaba contento de haber podido descansar y fue cuando vio a una anciana desgreñada, harapienta y fea que al detenerse junto a él, le preguntó: hijo, ¿dormiste bien? y él le contesto perfectamente bien. Ella le dijo ¿y no te molestó nadie en este lugar tan solitario? y él le respondió que no, entonces la viejita le dijo, bueno hijo, yo te voy a ayudar, tú ves aquella mata de güira que está junto al camino, coges tres güiras de la derecha, la mayor la tiras cuando te marches de aquí, la segunda cuando estés entrando en el pueblo que encuentres y la tercera la más pequeña en el lugar donde vayas a pasar la noche.
Así lo hizo y al tirar la última güira, está contenía una fortuna, la cual él recogió con gran asombro y admiración y no tardó mucho tiempo  en hacerse uno de los hombres más grandes y admirados en nombre y fortuna de aquel lugar. 
Pasado algún tiempo Barakayi fue de paseo a su antiguo pueblo a saludar a Orunmila y a su amigo Eyigey, después de saludar a Orunmila y hacerle valiosos regalos, buscó a su amigo y al encontrárselo lo abrazó y le hizo grandes y variados regalos y comieron juntos, Eyigey le contó a su amigo su situación pues él seguía en peor situación.
Barakayi le contó su odisea y le dijo que su prosperidad se debía a la obra que le había hecho Orunmila, ofreciéndole dinero a su amigo y éste lo rechazó por su envidia y orgullo, queriendo imitar a su amigo le pidió 10 centavos prestados y se fue a casa de Orunmila con intención que éste le hiciera ebo con el dinero que le llevaba pero Orunmila le dijo que con ese dinero no se podía hacer ebo, que tenía que pagarle 420 pesos.
Eyigey le contestó si yo tuviera ese dinero no me hubiera tomado el trabajo de llegar  hasta aquí y acto seguido salió de allí sin despedirse y cogió por el camino que le había indicado su amigo, llegó al lugar indicado junto al mar y el río vio a una anciana y las  matas de güiras, por lo que comprendió que su amigo no lo había engañado, se agachó a beber agua y la moneda se le cayó y se puso a maldecir y después se acostó a dormir  diciendo, vamos a ver cuando llegue la vieja hechicera, se durmió y los fenómenos que allí habían no lo dejaron dormir, por la mañana al romper el alba vio cuando venía la anciana, ésta al llegar lo saludó y le contestó entre dientes hecho que la vieja se dio cuenta inmediatamente, pero sin decir nada. Le preguntó ¿hijo mío qué te  traes por aquí? y él le contestó y a usted que le importa. La anciana le dijo hijo yo quiero ayudarte y él le dijo pues ayúdame y no me des tanta conversación, la anciana le respondió, tú ves aquella mata de güiras cuando te vayas de aquí, coge tres de la derecha, la mayor la tiras cuando  te vayas sin mirar para atrás, la mediana la tiras en el pueblo que te has de encontrar y la más pequeña la tiras en el lugar donde vayas a pasar la noche.
Cuando Eyigey se iba, fue a coger las güiras y vio que las de la izquierda eran más grandes y dijo, esta cree que yo soy bobo y cogió de esas por ser mayores y después hizo todo lo contrario, allí botó la más chiquita, a la entrada del pueblo botó la mediana y al llegar a donde iba a pasar la noche, tiró la más grande saliendo de ésta serpientes que se le tiraron al cuello y lo estrangularon.

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